Jaime Garzón, 10 años de impunidad: El día en que mataron la risa

26 09 2009

Este reportaje fue realizado por María Fernanda Martínez Abello y Marcela Perdomo para la asignatura Redacción de Reportaje para Televisión de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Sabana. Éste trabajo refleja la impunidad que, después de 10 años, amenaza con dejar sin castigo a los culpables de homicidio del periodista y humorista Jaime Garzón.





«Amañándose» a vivir sin Jaime

26 09 2009

Pese a no creer en supersticiones, el viernes 13 de agosto de 1999 la desgracia tocó a la puerta de Marisol Garzón Forero. El asesinato de su hermano Jaime la obligó a asumir un rol para el que no estaba preparada: el de madre, hermana y víctima de un crimen que hoy sigue en la impunidad.

Pasadas las 5 de la mañana, Marisol Garzón Forero bajó a la cocina, encendió la radio, y en ese instante, uno de los locutores de Radionet hizo notar la carga de superstición que tienen los viernes 13. Escéptica a todo tipo de charlatanería y mal agüero, no prestó mayor atención al comentario. Sin embargo, dos horas más tarde recibió la llamada que le cambiaría la vida; un tanto alterada y con la voz entrecortada, su prima Consuelo le dijo: “¿Está oyendo Radionet?, ¡Mataron a Jaime!”.

Con la muerte de su ‘Cuchito’, como afectuosamente le decía a Jaime, Marisol no sólo perdió al compañero inseparable que la llevó de la mano por la vida. Pese a ser la menor de su familia, de un momento a otro terminó convirtiéndose en la mayor, asumiendo responsabilidades que no estaba lista para afrontar: “Con mis hermanos Alfredo y Jorge lejos, la partida de Jaime me deja una sensación de absoluta soledad y un inmenso vacío. Nadie sabía que yo era su hermana, y después de su muerte yo lo fui todo; durante el entierro atendí a los medios, fui la mamá, la hija, la hermana, lo fui todo”.

UN LAZO INDISOLUBLE

Los Garzón Forero son una familia bogotana de extracción humilde. Fruto de la unión entre Félix Garzón Cubillos y Ana Daisy Forero Portela, nacieron Jorge, Alfredo, Jaime y Marisol. El matrimonio decidió establecerse en el barrio San Diego de Bogotá, en la que hasta hoy sigue siendo su casa. “Mi madre no quiso estar en un lugar que no fuera el centro de la ciudad, y hasta el último día de su vida se respetó su santa voluntad, ella dijo que sólo saldría de su casa con los pies por delante y así fue”.

Sin embargo, la muerte llegó muy pronto al hogar de los Garzón. El 23 de septiembre de 1968, cuando Marisol y sus hermanos eran unos niños, falleció su padre Félix Garzón y dejó en ellos un vacío irremplazable que los marcaría por el resto de sus vidas. “Mi mamacita quiso que Jorge fuera nuestra imagen paterna, a tal punto que era a él a quien le celebrábamos el día del padre. Pero Jorge le decía a mi mamá que ella no se había quedado viuda porque Jaime era el vivo retrato de mi papá”.

Desde entonces Doña Daisy crió a sus hijos bajo la idea de que tenían que cuidar unos de otros y llevarse mutuamente de la mano. Dada la cercanía de edad, Jaime y Marisol crearon un vínculo especial que se hizo más estrecho en el momento en el que Jorge y Alfredo abandonan el país. Los dos que se quedaron se hicieron responsables del cuidado de su madre: “Yo siento que Jaime fue mi compañerito, fue mi apoyo en los momentos más difíciles, me dio la mano siempre, y yo le di la mía cuando más lo necesitó. La hermandad es un lazo que no se rompe nunca; uno puede tener un ex marido, pero nunca un ex hermano”.

No obstante, la muerte de Jaime no sólo deja a su hermana el dolor por la pérdida de un lazo irremplazable. El 17 de julio de 2007, después ocho años de una profunda depresión, falleció su madre Daisy Forero, quien no quiso volver a salir de su casa como consecuencia del asesinato de su hijo. “Mi mamá se encerró ocho años tratando de entender quién había matado a su gordito”, recuerda Marisol.

EL COMPLOT TRAS EL ASESINATO

Después de enterarse de la muerte de su hermano, Marisol se dirigió al barrio Quinta Paredes, al lugar preciso donde se chocó la camioneta de Jaime después del atentado. “Ese día un pensamiento fugaz me hizo preguntarme por qué había tantos militares en la zona”, asegura. Diez años más tarde, se hace la misma pregunta que aquella mañana: “¿Quién fue tan estúpido de asesinar a un hombre tan bueno como Jaime?”.

Aunque sospecha de quienes son los responsables de la muerte de su hermano, Marisol prefiere no hablar mucho del tema, “porque como decía mi mamá, yo me amaño mucho viva”.

A pesar de que la justicia colombiana condenó a Carlos Castaño Gil a pagar uno a uno los 38 años que Garzón tuvo de vida, la idea de que el extinto jefe paramilitar fuera el único responsable del homicidio de Jaime no le resulta convincente. “Ésa es la salida fácil al problema: a mi hermano lo mata Castaño, y a Castaño lo matan después. ¿Quién ha visto o tiene pruebas de de la muerte de Castaño?, aunque su cuerpo no quedó en las mejores condiciones, Colombia pudo ver que a Jaime sí me lo mataron”.

Marisol Garzón está convencida de que detrás del asesinado de su hermano hay alguien más: “Sabemos que los paramilitares son los mandaderos de otros y detrás de eso hay muchísima gente, gente de la que uno se aterra. En el desarrollo del caso hubo 40 hipótesis que no fueron tenidas en cuenta”.

Alfredo Garzón considera que el caso de Jaime, refleja que hay toda una maquinaria para desviar las investigaciones: “Hoy la fiscal encargada se demora meses en poder ir a Itagüí para entrevistarse con los vinculados al proceso. La extradición de los jefes paramilitares representa un obstáculo. Si a la fiscal no le dan un tiquete para ir a Medellín mucho menos uno para ir a Nueva York”.

Para Marisol, la única solución que existe para que crímenes como el de su hermano dejen de ocurrir es que surjan periodistas como Jaime: “Si son muchos les tocaría matarlos a todos”. Marisol tiene la corazonada de que el caso no quedará en la impunidad. “Dios es justo con sus hijos más amados y en el caso de Jaime va a haber justicia”.





Mi hermano del alma

26 09 2009

El pasado 13 de agosto Marisol Garzón Forero lanzó su libro ‘Jaime Garzón: Mi hermano del alma’, una obra intimista, llena de remembranzas familiares del hombre que hizo grande al humor político en nuestro país.

Con motivo del décimo aniversario de la muerte de su hermano, Marisol Garzón Forero lanzó el libró ‘Jaime Garzón mi hermano del Alma’, obra que recoge los primeros años de vida del periodista y humorista colombiano. “El propósito era contarle a la gente quiénes somos los Garzón Forero; de Jaime se han dicho muchas cosas, algunas ciertas otras no, pero nadie sabía cómo era ese niño, cómo creció y cómo se formó”, aseguró la autora.

El libro es una invitación a entrar en el hogar de los Garzón y, a través de su álbum de fotos, recorrer la vida de la familia. “Recuerdo que antes cuando uno iba de visita a alguna casa, la gente sacaba su álbum de fotos y así se conocía a la familia. Si Jaime se metió en el corazón de los colombianos, ¿por qué no mostrarle a la gente la historia y las fotos de ese hombre tan importante que fue él?”.

La obra recorre desde los orígenes de la familia, hasta el momento en el que Jaime culmina su bachillerato. Pese a que no fue un proceso nada fácil, Marisol planea sacar un segundo libro. “Esa segunda etapa, que comienza en el momento en que yo abandono el noviciado y Jaime se convierte en estudiante de la Universidad Nacional, requiere de una investigación mucho más profunda, para la cual ya tengo bastante material recopilado”.

El lanzamiento de éste primer libro deja a la autora con más deudas que ganancias. Concebir la obra sin la ayuda de una editorial no fue un camino fácil de recorrer. “Éste fue un proceso de la mano de Dios. Dos de las editoriales a las que les toqué la puerta me dijeron que si no contaba quien mató a Jaime, no les interesaba mi proyecto”.

Sin lugar a dudas, la obra encarna la parte más humana del periodista que con su partida, dejó un profundo vacio en el corazón de los colombianos, y deja ver en aquel niño inquieto la grandeza de un hombre que nunca le temió a la verdad.





Taxis nocturnos: El peligro como pasajero

26 09 2009

Esta crónica fue realizada por María Fernanda Martínez Abello, Marcela Perdomo Amorocho, Andrés Pedraza Aldana, Mauricio Palma Sánchez y Juan Pablo Pulido Cuevas para la asignatura Redacción de Crónica para Televisión de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Sabana. Éste trabajo pretende reflejar la realidad que viven los taxistas nocturnos en Bogotá y los peligros a los que se exponen en cada noche de trabajo.





La víctima del Síndrome de Peter Pan

26 09 2009

Todo Pasa Pronto
Juan David Correa Ulloa
Bogotá, Alfaguara, 2007 (206 pp.)

Cuando en 1983 el psicólogo norteamericano Dan Kiley reveló al mundo el Síndrome de Peter Pan, nunca imaginó que su descubrimiento impregnaría también a la literatura, o por lo menos, ése parece ser el diagnóstico del protagonista de la primera novela de Juan David Correa Ulloa, Todo Pasa Pronto; un hombre-niño que se resiste a madurar. Durante doscientas páginas, la novela narra el dramático testimonio de Pablo Restrepo, un pequeño de 10 años que enfrenta la traumática separación de sus padres. Sin embargo, Pablo no aparenta la edad que dice tener. Su complejo raciocinio hace que el protagonista no sea verosímil.

Coincido con el autor cuando afirma: «no todos los niños de 10 años son iguales». Sin embargo, debo señalar que no por eso dejan de ser infantes. En Una historia de amor y oscuridad, novela que curiosamente Correa Ulloa cita al inicio de su obra, Amos Os logra que sus lectores se conmuevan con un niño, aunque éste se manifiesta sentimental e intelectualmente diferente a los demás. El autor logra valerse de la inocencia de un pequeño, para revelar las complejas realidades sociales y familiares de su entorno, como la guerra por la formación del estado de Israel y el suicidio de su madre, cosa que Todo Pasa Pronto no consigue debido a la insistente necesidad del autor de describir el contexto histórico y familiar en términos pomposos.

Pero no siendo suficiente con la poca credibilidad del niño, en la última hoja del libro el protagonista hizo lo que se negó a hacer en doscientas páginas: crecer. «Hoy es 1 de agosto de 2002 y hoy es también 13 de noviembre de 1982: el tiempo ha encontrado su orden.»(p. 204). Juan David Correa Ulloa admite en forma descarada que su personaje nunca fue lo que dijo ser. Si el Pablo Restrepo de 30 años padece del Síndrome de Peter Pan, el de 10 no es más que un vulgar pirata que se ha robado mi tiempo en un engaño de 200 páginas disfrazado de niño.